LA SANACIÓN DEL ABUSO

EL DIABLO QUE HABITA EN MÍ. Esta es la historia del trauma oculto en el cuerpo-mente de una mujer que sufrió la experiencia del abuso.

®LauraHolistica

11/26/2023

cross inside church
cross inside church

La experiencia de la crucifixión ....

Durante años me despertaba una pesadilla. Cada vez era diferente, pero siempre se trataba de lo mismo. Una entidad desencarnada, una energía diabólica que poseía la materia de mi mundo. Podía sentir en mi corazón la intimidación de esa presencia demoníaca. Me perseguía y torturaba mi mente, hiriendo violentamente a mis seres queridos, amenazándome con dejarme sola, sin protección. Aunque no pudiera verla podía sentirla cerca. Sentía un profundo terror dentro mía, y yo intentaba huir, pero no había escapatoria. Esa fuerza oscura proveniente del inframundo me poseía, y lo sabía, ya me había arrastrado al infierno una vez y haría todo lo posible por mantenerme allí.

Al despertarme, el terror vibraba en cada célula de mi cuerpo, mi cuerpo rígido e inmóvil, atenazado aún por esa energía tan real que continuaba incluso tras abrir los ojos. No había ningún lugar en la casa al que ir para alejarme de esa oscuridad.

No podía distinguir si esa presencia maligna estaba fuera o dentro de mí. Lo que más me atemorizaba era que eso pudiera ser yo misma. Que pudiera haber tanto mal dentro mía como para hacer daño a las personas que me aman, y al mismo tiempo ser víctima de este mal que un día me poseyó y se quedó en mis entrañas para construir el infierno en mi cuerpo y en mi mente.

No puedes huir de ti misma.

Y yo rezaba como si fuera un mantra, una y otra vez, para disolver todo lo que estaba sintiendo, para deshacer esto que estaba sometiendo mi voluntad, esperando que todo fuese una ilusión. Poco a poco la sensación iba difuminándose entre los objetos de la habitación y el contexto de mi hogar se iba haciendo presente de nuevo.

Todo fue un mal sueño. Otra vez.

Me acerqué a Dios, buscaba ayuda en las iglesias y en los libros, en los maestros y en las meditaciones, en los retiros y en los encuentros. Entonces apareció un libro, “la vía del corazón”, donde Jayem en comunión con Yeshua comparte los mensajes canalizados de la Mente de Cristo.

Cada vez que me acercaba a este libro para tenerlo entre mis manos y leerlo, sentía que iba al encuentro con la presencia misma del Maestro.

Yo sólo deseaba sentir amor, sentirme espiritual y digna de lo divino, sentirme buena y sentir sólo cosas buenas, sentirme merecedora del afecto de los demás, que no me temiesen, que no me rechazasen que no me ignorasen. Y al esforzarme en enterrar aún más profundo ese infierno, más me sometía a él.

Entonces leí unas palabras en el libro, que me indicaban que no puedo conocer la luz sin antes abrazar la sombra, que todo tiene su razón de ser, y la única forma de transcender algo tan aterrador es atravesándolo primero.

Así, una noche de insomnio, me desperté y algo me impulsó a escribir todo lo que me estaba llegando a la conciencia. Una vivencia de abuso y sometimiento.

EL ENCUENTRO CON MI SOMBRA Y EL PERDÓN

Está oscuro, no se si es de noche o si la Luz me abandonó.

Mi alma inocente y pura está dentro mío, sabe que esto no está bien, no quiero esto que está pasando.

Mi alma que sabe y siente está prisionera en mi cuerpo y mi psique.

Mi mente, cobarde, prefiere complacer, rendirse a los deseos del otro.

Mi mente tiene miedo. Miedo a que el otro se enfade y se vuelva violento. Miedo a decepcionarle y que me rechace. Miedo a que me retire su afecto.

Mi mente, mi sistema nervioso, cree que esto es una forma de afecto.

Pero mi alma sabe que esto no está bien, mi alma conoce el abuso, mi alma no quiere ser querida ni tocada así, ni por él.

Mi mente asustada decide sobrevivir.

Entonces, mi mente y mi sistema nervioso ordenan a mi cuerpo rendirse, someterse, abandonarse, relajarse y paralizarse, no luchar, no resistirse, no pelear, no defenderse, no respetarse, no amarse, no honrarse para no sufrir el desamor, la muerte.

Mi cuerpo entre abandono y tensión, entre mi mente y mi alma, comienza a grabar cada gesto, la posición, el roce, la apertura y el cierre, la luz y la oscuridad, la mirada, el olor, el sonido y el peso.

Mi cuerpo no manifestó negación ni lucha, ni resistencia visiblemente, no pudo comunicar lo que el alma no quería, el dolor de aceptar lo que estaba pasando. Un grito adentro que no se escuchaba fuera. No pudo. No pude.

Mi cuerpo recibió y percibió todo, así informó a la mente, una mente secuestrada por el miedo y un cuerpo secuestrado por la mente.

Así aprendí este comportamiento, aprendí a no defenderme, a no decir no, aprendí que para que otros me amen tengo que ser vulnerable, rendirme a la voluntad del otro, complacer, abusarme, no decir mi verdad ni luchar por ella, por mí, aprendí a no respetarme, a no posicionarme firmemente en la verdad de mi alma sin miedo.

Ahora entiendo mi cuerpo, y me perdono por no haberme defendido, perdono mi cuerpo que guardó las tensiones y la resistencia que no pudo manifestar, las guardó en forma de dolor corporal, tensiones musculares en la memoria de la fascia, lumbalgia, dolor pélvico, dispareunia, endometriosis.

Perdono mi cuerpo que se rindió al otro, a algo externo, en lugar de rendirse a mi alma, que sabía que aquello no estaba bien, y que no deseaba ese amor así, ese afecto así, ese vínculo de esa manera.

Perdono mi cuerpo por haberse puesto al servicio de mi mente.

Perdono mi mente por haberse puesto al servicio del miedo, del miedo al otro. Perdono mi mente por haber sometido mi cuerpo.

Ahora, hoy, soy consciente, y doy luz a esta oscuridad.

El amor por mí, hoy, es más grande y fuerte que ningún miedo.

Hoy me rindo a mi alma, me conecto a mi alma, Dios en mí. Hoy pongo mi mente y mi cuerpo, mis pensamientos, mis palabras y mis actos, al servicio de mi alma divina. Así todo lo que diga y haga, todo lo que manifieste sea reflejo del Amor de Dios y la sabiduría infinita de mi Alma.

Me comprometo a sanar cada obstáculo que se interponga ante la presencia del Amor, cada prueba del destino, mirarla desde el testigo, y conectar con esta fuente, con la Verdad. Decreto amarme y mirar con amor la existencia.

..... El perdón y la resurrección.